
















Una finca de vecinos bien avenidos acuerdan repartirse la superficie de la azotea, para que cada uno pueda disfrutar de forma privada de una terraza. Aquí es donde entramos nosotros y transformamos este espacio en una terraza muy completa en forma de «L» donde refrescarse, tomar el sol o disfrutar de cenas o comidas durante todo el año.
Una zona de estar al aire libre
A través de una puerta metálica entramos en una terraza que goza de una zona de estar donde charlar mientras tomas un vermut bajo una pérgola con estructura metálica y tejado de caña al estilo de las barracas de los pescadores del mediterráneo. Diferentes persianas alicantinas en color verde que cuelgan de la estructura metálica resguardan aún más esta zona del sol y confieren privacidad. Diferentes macetas con flores dan color al cierre que delimita la terraza.
Una zona donde tomar el sol y refrescarse
En el otro lado, encontramos la zona para tomar el sol, donde un banco con ruedas ofrece a la vez almacenamiento y una superficie acolchada donde yacer a tomar el sol. Un cubo de agua con un grifo automatizado colgado de la estructura nos da la posibilidad de refrescarnos sólo tirando de una cuerda. No os asustéis, no es necesario que caiga todo el agua de golpe. Podemos ir graduando la caída del agua estirando poco a poco de la cuerda, o bien, optar por contraste de un cubo de agua bien fresco encima si la tensamos de golpe. Un invento que ya habíamos instalado en algún otro proyecto y ofrece una experiencia refrescante y diferente a los invitados.
Un comedor en el exterior
En el extremo opuesto a la zona de estar, encontramos la zona de comedor y kichenette. Una gran mesa con ruedas, diseñada y producida especialmente para este espacio nos da la posibilidad de convertir esta terraza en el escenario ideal para cualquier celebración o encuentro donde invitar amigos y familiares a cenas o comidas. Gracias a un toldo corredero podemos disfrutar de este espacio durante todo el año, tanto de día como de noche.
La kitchenette está perfectamente equipada con una pequeña nevera, un fregadero y almacenamiento a fin de no tener que bajar continuamente al piso a buscar un refresco o algo para picar. Se dispone de suficiente superficie de trabajo para poder preparar el aperitivo o incluso conectar un hornillo eléctrico para calentar o cocinar la comida o la cena.
La azotea: un espacio a recuperar
No hace tantos años, las azoteas comunitarias se convertían en concurridos espacios de relación del vecindario en épocas de buen tiempo, escenario preferente de la noche de San Juan por ejemplo. Hoy en día, en la mayoría de casos, si tenemos acceso, las azoteas comunitarias no van más allá de un lugar donde subir de vez en cuando a tender las sábanas.
En la mayoría de casos, los vecinos han dejado de formar parte de nuestros círculos de relación cercana para pasar a la simple cordialidad del buen día o buenas noches en cruzarnos por la escalera. Y, si somos propietarios, a los dolores de cabeza y política cotidiana de las reuniones de Comunidad.
En los tiempos que corren, en que nuestra vivienda se ha convertido en inesperado refugio y espacio de reclusión, las azoteas comunitarias están llamadas a ser adecuadas a las nuevas circunstancias como espacios donde disfrutar del aire libre y del tiempo de ocio con los más íntimos.
En definitiva, esta terraza funciona casi como una segunda residencia donde distraerse y desconectar sin moverte del edificio.